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Grandes Alamedas

Plataforma y propuestas

PARTIDO SOCIALISTA: UNA REFORMA NECESARIA

PARTIDO SOCIALISTA: UNA REFORMA NECESARIA “GRANDES ALAMEDAS”
 
 
Isabel Allende Bussi
Candidata a Presidenta del Partido Socialista de Chile
 
Lo que se juega en la próxima elección interna del Partido Socialista de Chile es un nuevo proyecto partidario. No sólo se ponen a prueba sus liderazgos, sino también su capacidad de renovar la forma de hacer política, y su sensibilidad para interpretar estos nuevos tiempos, que expresa de manera singular la Presidenta Bachelet.
 
El Partido Socialista está hoy incorporado a la Concertación de Partidos por la Democracia, una alianza de carácter estratégico, la más exitosa alianza política de la historia de Chile. Existe una identidad concertacionista que va más allá que los partidos que la integran, y se ha convertido en una cultura aglutinadora del progresismo chileno, plural y de renovadas energías.
 
El PS no debe ser entendido como una estructura de pensamiento único y monolítico; ello no sería natural. Es legítimo que puedan existir distintas visiones que ayuden a la reflexión partidaria y a la pluralidad de enfoques, aunque éstos no pueden distorsionar la democracia interna y la disciplina partidaria.
 
El PS necesita terminar con los acuerdos cupulares que sustituyen a la democracia interna y lo convierten en un instrumento de poder al servicio de pocos dirigentes, impidiendo una mayor participación y renovación partidaria, estimulando la desmotivación de su militancia.
 
Asimismo tiene que mejorar su inserción en la sociedad, porque es allí donde se viven los auténticos problemas, los anhelos y las aspiraciones de la gente. Es allí donde debe cumplir su rol orientador, educador y comunicador de propuestas.
 
Se trata, entonces, de reformar el Partido Socialista para crecer. Esto implica un acuerdo entre todos los sectores, comprometiendo la voluntad de sus líderes, para institucionalizar su sistema de toma de decisiones y fortalecer su base social.  
 
Para constituirse en un partido del nuevo siglo es imperativo modernizarse logrando dominios especializados del conocimiento, disponiendo de una mejor organización, contando con canales fluidos con los sectores sociales que representa, teniendo mejores medios de comunicación, y también, actualizando la gestión de sus finanzas.
 
El Partido Socialista es una organización política que sustenta su acción en principios y valores solidarios, libertarios, igualitarios y democráticos. Históricamente se ha comprometido a favor de lograr en Chile una sociedad más justa y más participativa, donde se respeten los derechos humanos, se termine con la inequidad en la distribución de la riqueza, las desigualdades de género y de oportunidades, y con las discriminaciones de toda índole.
 
La relevancia que el nuevo gobierno le ha otorgado a la paridad constituye un hito en la demanda de las mujeres por compartir la distribución del poder político y sus responsabilidades. Ello está generando un efecto transformador en la sociedad chilena, inédito en nuestra historia.
 
Si se quiere más democracia para la sociedad, también se requiere más democracia al interior del PS. Una democracia participativa, que involucre a los militantes en las tareas de formación política y pedagogía social, partícipes de una organización capaz de trasmitir una cultura liberadora de nuevas energías creativas. De esto se trata el Partido Socialista del siglo XXI.

PLATAFORMA POLÍTICA DE "GRANDES ALAMEDAS"

PLATAFORMA POLÍTICA DE "GRANDES ALAMEDAS"

HOY ES TIEMPO DE TODOS Y DE TODAS

Hoy Soplan Vientos Distintos. Con estas palabras inauguró Michelle Bachelet su gobierno. Con ellas también invitamos hoy al debate del que emergerá el nuevo liderazgo socialista. Es una frase sencilla pero rotunda y tiene la virtud de obligar a todos los socialistas al ejercicio de reconocer lo avanzado, entender las motivaciones y emociones colectivas del Chile del presente y empujar las rígidas fronteras de lo posible para alentar las esperanzas en un futuro mejor. Queremos seguir abriendo las grandes alamedas.

Llegar hasta aquí no ha sido sencillo. Han sido 16 años de bregar, a veces con lentitud exasperante, por desmontar el dispositivo autoritario que legó la dictadura. Han sido necesarias largas y tesoneras luchas para hacer avanzar la justicia en materia de violaciones a los derechos humanos. Ha sido necesaria una década y media antes de obtener un parlamento con origen pleno pero imperfecto en la soberanía popular y un plazo casi tan largo para derogar la pena de muerte y la censura, reconocer legalmente los múltiples rostros de la familia chilena y consagrar el divorcio.

Pero ha sido un lapso que también ha permitido desplegar la acción de las políticas públicas en las infraestructuras productivas y sociales y en nudos duros de la injusticia ancestral de Chile, como el acceso educativo, el déficit habitacional, la calidad y extensión de la cobertura de salud pública, el incremento de los salarios. Sus resultados no admiten complacencias: sigue siendo la desigualdad y la polarización social y espacial el principal dilema político del Chile de hoy. Pero los esfuerzos de los gobiernos de la Concertación han resultado vitales para refutar la condena a la marginación que pendía sin cortapisas sobre miles de compatriotas que han encontrado la mano solidaria del Estado. Porque hemos avanzado este trecho, hoy Chile reclama más.

Y no sólo la ampliación de la dimensión protectora del Estado. También la extensión de los derechos y libertades ciudadanas. El Chile alumbrado en el tortuoso trayecto de la transición se resiste a limitar su demanda de participación y protagonismo. La emergencia del liderazgo de Michelle Bachelet es quizá su evidencia más patente. No hay más fantasmas tutelares que inhiban la capacidad de sumar colores al dibujo de la patria que queremos. No más amenazas creíbles de cancelar por la fuerza el foro de las ideas.

Coherencia

La demanda a las instituciones políticas se vuelve más exigente. El escrutinio ciudadano reclama evidencia comprobable de conductas y propuestas. Y de coherencia.

Democracia, justicia, participación, tolerancia y respeto a la diversidad, valores centrales de la oferta de transformación que proponen los socialistas tienen por test elemental su pleno ejercicio entre nosotros. Suponer que podemos renovar nuestro pacto de representación con las chilenas y chilenos que comparten nuestros valores y aspiraciones de izquierda sin dar testimonio cotidiano de nuestra capacidad para actuar y convivir ceñidos a estos es subvalorar la capacidad ciudadana. Izquierda se conjuga en hacer, no solo en decir y esta distinción se valora y castiga en sociedades, como la nuestra, crecientemente informadas y atentas.

Junto al cómo hacer, que reclama de nuestra capacidad para que los procedimientos de nuestra vida interna se correspondan con aquellos que demandamos para la sociedad, los ciudadanos también exigen claridad de propósitos. El nuestro lo entendemos inalterable en sus fundamentos: representar los intereses de los trabajadores, de los postergados, de aquellas y aquellos determinados a priori por la estructura económica y social imperante a un rol subordinado.

Un proyecto socialista de transformación radicalmente democrática de Chile

El nuestro es un partido que aspira a una transformación radicalmente democrática de Chile. Porque Chile es social y económicamente injusto, luchamos por la justicia social. Porque Chile es discriminatorio en materia de minusvalías, género, orientación sexual , pertenencia étnica y a grupos etáreos, luchamos por una sociedad igualitaria, fraterna y solidaria. El PS es un agente de cambio, no un garante del status quo conservador. Conjugamos voluntad política, responsabilidad y sueños libertarios e igualitarios.

El balance de los últimos quince años es más que promisorio para el socialismo, que no solo se ha constituido en una fuerza responsable de gobierno sino en una respetable fuerza parlamentaria, aumentando significativamente su representación en la Cámara de Diputados y constituyéndose en la primera fuerza senatorial de la Concertación.

Pero no estamos aún a la altura del desafío.

Los socialistas debemos tener la voluntad de ser los mejores representantes de los trabajadores y de los excluidos, que necesitan como nunca de nuestra voz y de nuestra acción.

Los socialistas debemos tener la voluntad de ser una eficaz alternativa al neoliberalismo y su ley del más fuerte para garantizar acceso universal a una vida digna frente a la exclusión, protección social frente a la precariedad y la inseguridad económica e igualdad de oportunidades frente a la discriminación y el poder de las oligarquías.

Los socialistas debemos tener la voluntad de contribuir con nuestra lucha política a conquistar y consolidar los derechos civiles, políticos, sociales y culturales que la sociedad chilena hoy demanda para todos y todas.

Los socialistas debemos tener la voluntad de promover los valores de la igualdad, la libertad, la solidaridad y la responsabilidad con las futuras generaciones.

Los socialistas debemos tener la voluntad de transformar la raiz de la desigualdad: el predominio de los más fuertes en mercados descontrolados. Debemos tener la voluntad de hacer funcionar una economía plural con mercados gobernados social, cultural y ecológicamente en beneficio de las mayorías, luchando contra la concentración y el dominio del poder económico sobre los trabajadores y contra la depredación de la naturaleza.

Estas son las razones de ser del socialismo. Los socialistas agrupados en esta lista nunca renunciaremos a nuestras banderas, ni nos inclinaremos ante los poderosos ni ante sus sistemas de influencia y corrupción.

Liderar la democratización del país

Nuestras banderas no avanzarán si no rompemos las cortapisas antidemocráticas aún existentes en Chile. Luego de años de lucha, Chile posee una constitución relativamente democrática. Sin embargo esto no significa que dicha carta fundamental represente los anhelos del socialismo. En este sentido, aspiramos a liderar la construcción de una institucionalidad en que se mejore la representación, se multiplique el control ciudadano de los centros de poder, se fomente activamente la participación ciudadana y se establezca los derechos y deberes de los ciudadanos con una visión moderna y progresista en un Estado democrático y social de derecho. Lucharemos por el cambio del sistema electoral vigente, la descentralización, la democratización de los procesos de selección de autoridades regionales y la expansión de los derechos ciudadanos frente a eventuales abusos del estado y sus agentes.

Colaborar con el éxito del gobierno

La misión del PS en los próximos cuatro años será asegurar el éxito del Gobierno de la Presidenta Bachelet. En esto no hay dos visiones en el Partido.

Colaborar con el gobierno significa apoyar, proponer y criticar lealmente lo que no esté funcionando bien. De esta manera se está verdaderamente comprometido con un gobierno, no manteniendo en la inmovilidad y la inacción a la militancia partidaria, ni menos al movimiento social en sus diversas expresiones. El PS es un partido de gobierno que lucha contra todas las injusticias. Por ello el socialismo no debe temer al debate, pues este enriquece y asegura la realización del programa de transformación ofrecido por la Presidenta Bachelet, al que adherimos plenamente.

Un partido a la altura del nuevo estilo de la Presidenta Bachelet

El socialismo debe ser a la vez participativo, transparente y dotado de una estructura institucional sólida y respetada por todos. No queremos más caudillos y grupos de poder por el poder. Queremos fraternidad y espíritu inclusivo. Ello implica una reforma partidaria en profundidad que asegure: i. aumentar la autonomía política de las regiones, entregándoles incluso el poder de seleccionar a los candidatos partidarios a los distintos cargos de elección popular; ii. reorganizar el Comité Central y sus secretarías, de forma que pueda llegar a ser realmente el órgano que entrega los lineamientos estratégicos del partido; y iii, fiscalizar eficazmente la transparencia de los actos eleccionarios del partido.

Un partido abierto y acogedor

Es claro que uno de los grandes problemas del Partido Socialista de Chile hoy, es que es una orgánica absolutamente clausurada a la sociedad, y en el que la falta de debate y participación va creando un clima de intolerancia y deslealtad que nada tienen que ver con los grandes valores que todos decimos profesar.

El socialismo del futuro debe ser abierto al mundo, enraizado en la sociedad y tolerante. Ello implica entre otras cosas: abrirse a la interacción con el sindicalismo, los grupos ciudadanos y movimientos sociales diversos que permanentemente puedan dar opiniones a las instancias decisorias del partido, mejorar la coordinación política entre todas las orgánicas del polo progresista y movimientos sociales de izquierda; y, finalmente, sancionar fuertemente cualquier atentado a la ética o la convivencia partidaria. Estos son nuestros compromisos.

Santiago, 23 de marzo de 2006.